La chapa es un soporte especialmente apreciado entre los diseñadores gráficos. Es como un pequeño cartel en la solapa, exige capacidad de síntesis, es barato, tremendamente barato, y funciona bien en las distancias cortas.
Montadas sobre cuatro siluetas que representan iconos de la publicidad —Mister Proper, el Bibendum de Michelín, el Netol y el niño de Freixenet—, estos pequeños objetos de metal dan cabida en apenas unos centímetros a consignas políticas, reivindicaciones, deseos, chistes, chanzas, chascarrillos, logotipos, paisajes, amaneceres, puestas de sol, dibujos, nombres, retratos de grupo, fotos carné, laberintos, declaraciones de amor, efemérides, recuerdos...
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